Contra los tópicos (1)
“Cada uno tiene su verdad, esta es mi
verdad, aquella la tuya”
Quien hace esa afirmación
cierra toda posibilidad de diálogo: porque si cada uno tiene su verdad, no hay
acuerdo posible.
Quien hace esa afirmación,
además, está imponiendo “su verdad”: la de que cada uno tiene su verdad. Y, por
añadidura, lo hace en forma inapelable (por eso clausura todo diálogo y
posibilidad de encuentro en la verdad)
Quien hace esta afirmación, en
realidad está diciendo algo que es obvio y que es el supuesto de todo diálogo:
al inicio de todo diálogo cada uno tiene su forma de ver las cosas, sus juicios
previos (pre-juicios), pero si dos inician un diálogo es porque a partir de lo
que ya veían desean en común ver más, ver mejor, o encontrar las verdaderas
razones de lo que creían ver como verdadero (pero no lo era): el objetivo es compartir la verdad.
Quien hace esta afirmación,
incurre en contradicción:
1º porque sostiene que cada uno tiene su verdad, pero
eso no es posible por contradictorio: dos afirmaciones que se contradicen no
pueden ser a la vez
verdaderas (ni tampoco falsas las dos): si una es falsa la otra es verdadera.
(O existe Dios o no existe, o el mundo ha sido creado o no ha sido creado; o
debemos ser justos, o da lo mismo no serlo; o el aborto es un crimen abominable
o no lo es) .”
2º porque quien hace esta
afirmación está sosteniendo como última verdad el relativismo (“toda
verdad es relativa”): pero si toda verdad es relativa, ¿no es cierto que “toda
verdad es relativa” debe ser considerado consecuentemente como algo relativo?